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La congelación de alimentos (capítulo 1): guía inicial

Congelar los alimentos, ya sea en fresco, crudos o ya cocinados es una estrategia que presenta multitud de ventajas llegado el caso:

  • Disminuye el desperdicio alimentario
  • Permite disfrutar de algunos alimentos fuera de su temporada
  • Facilita el conocido como batch cooking es decir, cocinar de una “sentada” para un periodo más o menos largo, por ejemplo, una semana.

Además, y en sentido contrario de lo que opinan no pocas personas, la congelación (junto a la descongelación) si se hacen de la forma correcta, es completamente segura desde el punto de vista de la higiene alimentaria y conserva intacto el valor nutricional de los alimentos

Normas indispensables para congelar alimentos:

  • Primero, si adquieres productos ya congelados, por ejemplo en el supermercado, trata de adquirirlos al final del proceso de compra para así procurar no romper la cadena de frío. No obstante, siempre es recomendable ser previsor y, en estas circunstancias, usar una bolsa térmica para conservar el frío en el camino de vuelta a casa.
  • Todos los alimentos que introduzcas en el congelador (al igual que en el frigorífico) han de estar convenientemente tapados y protegidos. La forma de hacerlo dependerá de la naturaleza del producto, y puedes utilizar bolsas de congelación, fiambreras herméticas, film o papeles opacos.
  • En el caso de congelar verduras y hortalizas en crudas, conviene cortarlas o trocearlas de forma conveniente al uso que posteriormente se le vaya a dar, y escaldarlas (2- 3 minutos en agua hirviendo y luego, escurrir bajo el agua fría) previamente a su congelación. Esta estrategia sirve para evitar el deterioro debido a ciertas enzimas presentes en todos los vegetales y, de esta forma, desactivarlas.
  • Usa etiquetas para colocar en cada paquete o bolsa de forma que sepas qué contiene (si no es transparente) y en qué fecha lo introdujiste en el congelador.
  • Para sacar del congelador paquetes que contengan un mismo producto (por ejemplo, imagina que has metido varias bolsas con brócoli congelado) sigue la norma FIFO (del inglés First In, First Out) es decir: el primero en entrar (de los que tienes) será el primero en salir. Salen primero los productos que más tiempo lleven.
  • A la hora de descongelar solo hay dos reglas. Solo dos. Pero deben ser inviolables en base a la importancia de lo que está en juego: la seguridad alimentaria. Así que toma nota. 1ª regla: se descongela en frío, es decir, has de tener la suficiente previsión como para sacar del congelador lo que quieras descongelar para que le dé tiempo de hacerlo en el frigorífico. NUNCA A TEMPERATURA AMBIENTE. 2ª regla: NUNCA RECONGELAR LO DESCONGELADO.
  • En relación a esta última regla lo que sí se permite hacer es descongelar un producto fresco, pongamos muslos de pollo, hacer una receta de pollo a la jardinera y congelar el plato ya preparado. Pero nunca recongelar el pollo crudo que anteriormente estaba congelado.

En la práctica, la verdad es que se puede congelar “lo que sea” y, en la mayor parte de los casos, se obtienen buenos resultados una vez que descongelemos el producto. No obstante, hay excepciones en las que la congelación no sienta especialmente bien a algunos alimentos, como por ejemplo, las patatas, algunas verduras, las frutas en general, el huevo (dependiendo de cómo se congele, ya sea crudo, duro, en tortilla, etcétera...) sin olvidarnos el tema de la congelación del pan, un producto en el que su congelación y descongelación son todo un “arte” si queremos obtener un producto con unas garantías más o menos razonables al respecto de sus cualidades.

Todas estas cuestiones particulares las iremos comentando artículo a artículo de forma monográfica en este canal.

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