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Navidad y dietética: la misma inocentada de todos los años

Las preocupaciones peri-navideñas (antes, durante y después) sobre el efecto de las celebraciones en el estatus ponderal, son todo un clásico. Hay muchas personas a las que verdaderamente les preocupa lo que se supone que van a aumentar de peso. Y a aquellas que no les preocupa, tampoco les extraña la importante explosión de contenidos sobre estas cuestiones en los distintos medios: prensa, medios digitales, televisión, redes sociales, etcétera. Son, insisto, todo un clásico, un invitado del que no se espera que falte a la cita. Más o menos como les pasa a los langostinos en Nochebuena.

Los datos, los malditos datos

La realidad en cuanto al aumento, real, del peso en estas fechas es confusa ya que no hay demasiados estudios publicados en la literatura científica que aborden estas cuestiones, pero algunos hay.

Entre los más destacados -más que nada porque hacen un resumen de los trabajos publicados con esta temática- se encuentra esta revisión. En ella se encontró que, en adultos, un estudio no encontró aumentos significativos de peso; otro encontró un aumento de 0,37 kg; y otros cuatro estudios mostraron un aumento de entre 0,58 y 0,9 kg. Estos resultados son similares a los reportados en otra revisión de la literatura, que cuantificó un aumento de peso medio de entorno a 0,5 kg en el periodo de Navidad.

Así, una de las primeras conclusiones que se pueden extraer de estos datos es que, en general, las personas atribuyen a la Navidad un aumento de peso muy superior al que realmente se le atribuye. Algunos estudios nos ilustran a este respecto, y nos indican que la población general cree que la Navidad le hace engordar de 2 a 5 kg, algo que como se ha comprobado, está bastante alejado de la realidad.

La Navidad de ayer... y la de hoy

Lo cierto es que, hoy en día, en nuestro tiempo y circunstancias, el aumento de peso en los adultos se suele producir de forma progresiva y sin que la Navidad suponga hito especial. Y digo la Navidad en concreto, porque lo que sí que parece que influye de forma significativa en el aumento de peso son los periodos “festivos”, sean cuando sean que estos se produzcan: verano, fiestas de la patrona del pueblo, navidades, semana santa, etcétera. Y es que, para bien o para mal, vivimos de festividad en festividad a tiro de piedra, y cuando no, nuestros hábitos dietéticos generales no es que sean especialmente adecuados.

Hace décadas seguro pudo haber sido de otra forma, cuando el día a día estaba caracterizado por una cierta escasez normalizada y en especial en navidades se tiraba la casa por la ventana.

Pero la situación en la actualidad es diferente. Las oportunidades para seguir una alimentación al margen de las más mínimas recomendaciones son constantes y se presentan de forma continua varias veces al día, todos los días. Y, en este sentido la Navidad ya no desentona demasiado con respecto al día a día.

No obstante, sí que parece que algunos estudios exponen que, para las personas con cierta obesidad, la Navidad sí que puede suponer una vuelta de tuerca más o, si se prefiere un llover sobre mojado. La explicación sea, quizá, la mal entendida indulgencia. Es decir, en aquellas personas que con cierto sobrepeso comen con cierto reparo cuando comen acompañados a lo largo del año, en Navidad no lo tienen porque todo el mundo “entiende” que es Navidad y está todo (más) permitido.

En resumen, conviene más que nos preocupemos por lo que se hace fuera de la Navidad y luego, ya si eso, que nos preocupamos por las celebraciones navideñas. De hecho, si nos preocupamos con criterio por lo que hacemos fuera de Navidad, cuando llegue esta, ni los polvorones ni el turrón serán un gran problema.

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