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Alimentos que embellecen tu despensa y (casi) no caducan

Tal y como ya hemos comentado en otras ocasiones, un patrón de alimentación saludable ha de estar caracterizado por la abundante presencia (todos los días y varias veces al día) de alimentos de origen vegetal fresco.

Para ello, las frutas, las verduras y las hortalizas han de ser los protagonistas cotidianos de muchas de tus comidas diarias, cuanto menos las principales. Pero, seamos sinceros, no siempre tenemos el tiempo de ir a comprar o, simplemente, en otras ocasiones nos pilla el toro y no tenemos materias primas adecuadas con las que confeccionar un menú saludable.

Las soluciones son más fáciles de lo que piensas

Que no cunda el pánico ya que, ante tales circunstancias, cierta industria alimentaria (la buena) pone desde hace tiempo a nuestro alcance una serie de productos que, en base a su tratamiento, y pensando precisamente en la conservación y la seguridad alimentaria, nos facilita mucho las cosas a la hora de confeccionar un menú saludable.

¡Y, ojo! no es solamente que nos ayuden ante una eventual falta de previsión, es que en ocasiones nos ahorran una cantidad de tiempo muy importante delante de los fogones... y ya sabemos que la moneda “tiempo” es una de las más codiciadas en esta época.

Qué no puede faltar en las despensas de las casas de bien (comer)

Si te digo que lo que no pueden faltar son alimentos y productos de la segunda, quinta y sexta gama casi seguro que te quedas un poco “torcido” y sin saber qué hacer (un día explicaremos eso de las gamas de los alimentos en este canal, prometido).

Pero si te digo que hay latas conserva, botes de conserva y productos liofilizados “honestos” seguro que me entiendes un poco mejor. No obstante vamos allá con aquellos ítems que no pueden faltar, nunca, en un hogar que se preocupa por el buen comer de quienes lo habitan:

  • Arroces, arroces integrales, pastas alimenticias y legumbres varias. Es decir, esa clase de productos que conservándose en lugares frescos y secos tienen una durabilidad cercana al infinito. Pero cuidado: duran mucho, en especial si se conservan según sus instrucciones, no obstante, y pese a la expresión anterior no son eternos. Son un recurso que “siempre” tendremos ahí, para que, combinados con otros ingredientes (a poder ser vegetales frescos) podamos confeccionar recetas en más o menos poco tiempo (las legumbres, lo reconozco, un poco más)
  • Latas de conserva del estilo de “conservas de pescado” al natural, en aceite o en confecciones diversas (típicamente escabeches): atún, sardinas, filetes de melva, etc. En este apartado también entrarían las semiconservas, por ejemplo, de anchoas en aceite o de salmón, bacalao u otras variedades de pescado ahumados. En este último caso, y al tratarse de semiconservas, es el frigorífico su lugar correcto. No obstante, las fechas de consumo también suelen ser bastante dilatadas.
  • Botes de cristal con conservas de vegetales o legumbres que, en este caso, siempre estarán cocidas. Si bien se pueden consumir directamente, lo suyo es darles un calentón en la sartén, salteándolas, junto con otros aliños e ingredientes. Así unas acelgas cocidas, espinacas, guisantes, judías verdes y demás se pueden convertir, en poquísimo tiempo, en estupendas recetas al combinarlas con tomate, frutos secos, ajo, cebolla, jamoncitos, pasas, etcétera. En el caso de los botes de legumbres, además de todas las posibles combinaciones en caliente típicas, son un candidato ideal para elaborar suculentas ensaladas veraniegas.
  • Por último, en los últimos años hemos sido testigos de algunos productos nuevos que pueden ilustrar sin problema nuestras despensas. Me refiero a los productos liofilizados (como por ejemplo la soja texturizada o las algas) que, sin apenas demasiadas condiciones para su conservación, siempre están dispuestos para poder ser utilizados como ingredientes principales o aderezos en nuestras recetas. Eso sí, una vez rehidratados habrá que tratarlos como productos perecederos.

Cuidado que no todo lo que NO caduca es saludable

Más bien al contrario. Si hay algo que caracteriza a buena parte de la oferta alimentaria catalogada como “ultraprocesada” es que, la mayoría es casi imperecedera o con una fecha de consumo preferente bastante lejana en el tiempo.

Fíjate, estoy hablando de galletas, chocolatería, bollería, snacks dulces y salados, “refrescos”, “bebidas energéticas”, conservas de platos preparados y ultraprocesados, etcétera. Así que ten en cuenta que el tener una fecha de consumo preferente (o de caducidad) más o menos dilatada en el tiempo no es garantía de que sea una buena elección.

Creo, a ojo de buen cubero, que la bondad o maldad de cualquier opción no debería medirse nunca por su fecha de consumo, ya que es algo que nos puede llevar a engaño.

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