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¿Alimentos imprescindibles? No, gracias

Dice nuestro querido diccionario de la Real Academia de la Lengua que “indispensable” es aquello que resulta ser necesario o muy aconsejable que suceda. Y, lo siento mucho, aquí necesario, lo que se dice alimentos necesarios (que han de presentarse forzosa o inevitablemente, otra vez gracias al diccionario) no hay ninguno. Repito: nin-gu-no.

Otra cosa bien distinta es que a algunas asociaciones de productores o a ciertas interprofesionales les viniera muy bien que la mayor parte de consumidores creamos que ciertos alimentos fuesen indispensables. ¿Cuáles? Pues precisamente los mismos alimentos que ellos se encargan de producir, distribuir o comercializar. Si no me crees, reflexiona:

Lo “imprescindible” es comer, pero hay muchas formas de hacerlo saludablemente

De lo que no cabe la menor duda es que lo que es “imprescindible” es el comer, es decir, el proveernos de ciertos nutrientes que son esenciales (si se prefiere “imprescindibles” o “indispensables”) y que nos aportan energía para el mantenimiento de la vida y de la salud.

Dicho de otra forma: los que son imprescindibles son los nutrientes, pero no todos los alimentos, o cualquier alimento por el mero hecho de aportarnos nutrientes. Al fin y al cabo, hay infinidad de formas de concretar cualquiera de esos nutrientes sin que tengamos que recurrir a alimentos específicos.

¿Y si observamos lo “imprescindible” desde otro prisma?

Hagamos una reducción al absurdo. Si concluimos que las dietas vegetarianas y, aun más, las veganas bien planificadas, son perfectamente compatibles con el mantenimiento de la salud en todo momento del ciclo vital (tal y como defienden la mayor parte de instituciones centradas en el estudio de la dietética) está claro que nos cargamos de un plumazo buena parte de la indispensabilidad de la leche y los lácteos y también de la carne.

En cuanto a los zumos, si hubiera algo que fuese indispensable (que tampoco) sería, si acaso, el consumo de frutas con el que se elaboran esos zumos.

Y en cuanto al aceite de oliva, pues hay que reconocer que en España se nos hincha mucho la vena con este producto -y hacemos bien- pero no es justo el tildarlo de imprescindible si sabemos que en todo el mundo el consumo de los aceites del olivar implica el 1,5% de todos los aceites vegetales. Es decir, el 98,5% del consumo de todos los aceites vegetales son otra cosa distinta a los aceites del olivar... ¿no resulta un poco pretencioso el afirmar que cerca del 98,5% de la población mundial está abocada a tener una dieta deficitaria por el mero hecho de no incluir el aceite de oliva en su alimentación?

Dime de qué presumes y te diré quién eres

Si algo hemos de tener claro es que casi todos, por no decir todos los mensajes que elevan la cualidad de un alimento al estatus de imprescindible (o indispensable, o esencial o cualquier otra expresión de igual significado) están promovidos por el sector productor de ese alimento. Son ellos los que utilizan expresiones grandilocuentes pulsando sobre la tecla de la salud (una de las grandes motivaciones de los consumidores a la hora de adquirir alimentos) para mejorar su balance de cuentas. Así pues, aunque en la promoción de la importancia e indispensabilidad de ciertos alimentos se utilice la ciencia como punto de palanca, en realidad solo se trata de una estrategia de marketing.

A la hora de priorizar alimentos, de lo que no nos cabe la menor duda es que, si hay algo sobre lo que debiera pivotar cualquier dieta saludable, es en torno a la promoción de los alimentos de origen vegetal.

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