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“Comer cinco veces al día” es un mensaje absurdo

El mundo de la dietética está tristemente cuajado de mensajes complacientes que se repiten de generación en generación sin el menor espíritu crítico que cuestione su verosimilitud. Hablo, por ejemplo, de “hay que beber dos litros de agua al día”, “el desayuno es la comida más importante del día” o, el que traemos hoy en titulares “hay que comer cinco veces al día”.

Antes de meternos en materia, es preciso reconocer que buena parte del problema de base en todos estos latiguillos radica en la imposibilidad de rastrear su origen para conocer las circunstancias que los propiciaron. A todo ello se suma el que, en la actualidad, son no pocos los profesionales sanitarios (o libros de salud) los que defienden este tipo de propuestas.

Explicaciones (y estudios) a favor y en contra

Usando la lógica como única herramienta (algo que no está nada mal cuando se aplica conociendo todas las circunstancias) hay quien propone que si se come en más ocasiones es posible que se pueda controlar mejor la sensación de hambre y de este modo evitar el riesgo de atracones o picoteos no previstos. Pero, en sentido contrario, también sería lógico el argumentar que si hay menos ocasiones en las que se come también habrá menos oportunidades para incorporar calorías.

Con independencia de la lógica, también podemos recurrir a los estudios para ver qué nos dicen de lo que pasa con respecto a eso de comer más o menos veces al día. Es decir, comparar el estatus ponderal o las dificultades para perder peso en base al número de ingestas que realiza una determinada población. Así, y ya siento ser tan poco resolutivo, tenemos estudios para todos los gustos: hay publicaciones que sí que observan una menor adiposidad entre aquellas personas que incorporan más ingestas diarias (en este caso varones de mediana edad) y, en sentido contrario, otros trabajos apuntan sin ningún género de dudas que comer más de tres veces al día podría contribuir de forma importante al aumento de la obesidad. Por último y para terminar de rizar el rizo también hay publicaciones que no observan ninguna relación entre el número de veces que se come a lo largo del día y su impacto sobre la obesidad.

Tal es el estado de la situación al respecto de la “importancia” de recomendar una u otra frecuencia de ingestas a lo largo del día para el control del peso, que el documento Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos (Consenso FESNAD-SEEDO) reconoce sin ningún género de dudas que: “Las investigaciones que estudian la relación entre la frecuencia de comidas y la variación de peso corporal son inconsistentes”.

Entonces, ¿qué tipo de recomendaciones se pueden hacer sobre el número de comidas/día?

La respuesta es que no debería hacerse ninguna recomendación universal al respecto de las bondades de comer el número de veces que sea a lo largo del día. A ciertas personas les irá bien una rutina y a otras la contraria. Cada vez con más datos en la mano, se pone de relieve que lo más importante al respecto de nuestra conducta alimentaria es conocer la calidad (nutricional) de aquello que comemos cuando hemos decidido comer, con independencia de la frecuencia de comidas diaria. Habrá patrones dietéticos perfectamente válidos distribuidos en 2 o 3 comidas al día, al igual que también podrán ser óptimos aquellos en los que se come 5 o 6 veces. De hecho, es muy probable que, si comparamos ambos patrones, observemos que más allá de su frecuencia, su composición será relativamente similar. Y al contrario también: se puede hacer muy mal desde el punto de vista dietético comiendo tantas como 2 o 3 veces al día, o entre 5 o 6. Así pues, la clave no es “cuántas veces”, si no “el qué”.


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